INTRODUCCION
Y ANTECEDENTES PROXIMOS
La Hna. M. Hiltraud
Gegalski (falleció el 29 de mayo de 1992) llegó a
nuestras tierras en 1940. Con su personalidad
ricamente dotada trabajó incansablemente por
Schoenstatt, en diversas área de la educación. Fue testigo y partícipe
de la construcción de la primera filial del
Santuario de Schoenstatt en Nueva Helvecia,
República Oriental del Uruguay.
Este relato lo ofreció
en 1989 a un grupo de miembros del Movimiento
Apostólico de Schoenstatt de la Argentina.
Se procuró conservar por
ello, el estilo coloquial del lenguaje.
Deberá transcurrir
algún tiempo para madurar una síntesis más
elaborada, a partir de los aportes valiosos de muchas
personas que son historia viva de Schoenstatt. Este
50º aniversario nos impulsó a descubrir el paso de
Dios entre nosotros. Y lo que vimos nos llenó de
asombro y gratitud.
Hermanas de María de
Schoenstatt
Uruguay-Argentina
Han
pasado varias décadas desde la construcción del primer
Santuario filial de Schoenstatt. En su historia hay
momentos claves, que hoy podemos comprender mejor, con la
perspectiva que dan los años. En
ese entonces no podíamos captar, lógicamente, los
antecedentes históricos: eran demasiado cercanos en el
tiempo y por ello permanecieron velados durante su
construcción y en las reflexiones y debates por
esclarecer la voluntad de Dios.
Lo
que nos motivó a construir el Santuario fue un espontáneo
y fuerte impulso de la gracia. No teníamos conciencia de
su importancia y trascendencia ni al proyectarlo, ni al
construirlo e inaugurarlo.
Para
nosotros fue una vivencia clarísima: esto es una Obra de
Dios. Como todo lo que es pequeño e insignificante para
los hombres, este primer Santuario lleva la impronta de
lo divino.
El
tiempo de su gestación abarca los años de 1935 a 1941.
Pero hay una "prehistoria": El 1º de octubre
de 1926 el P. José Kentenich fundó el Instituto Secular
de las Hermanas de María de Schoenstatt, que en pocos años
se extendió por el mundo: En diciembre de 1933 partieron
las primeras Hermanas a Sudáfrica, en 1934 fue enviado
otro grupo al Brasil y en noviembre de 1935 llegaron a la
Argentina.
El
30 de enero de 1933 el nacionalsocialismo llegó al poder
en Alemania. El Padre Kentenich vió con toda claridad
que ese régimen perseguiría a la Iglesia y por
consiguiente a Schoenstatt. Este fue uno de los motivos
por los que aceleró el envío de las Hermanas de María
a países fuera de Europa. En el caso de que Schoenstatt
fuera destruido en Alemania, debía ser fecundo en otros
países.
El
Padre y Fundador no lo hizo público, pero podemos
descubrir su intención en una pequeña anécdota: cuando
ya había comenzado la segunda guerra mundial, pudo salir
aún de Alemania un último contingente de Hermanas. El
Padre exclamó con satisfacción y alegría: ¡ Otro
grupo fuera del país !
La
urgencia por la partida no permitió que las Hermanas
pudieran prepararse debidamente, aprendiendo al menos el
idioma y las costumbres de cada país. La mayor parte de
ellas se había ofrecido voluntariamente y casi todas
eran muy jóvenes e inexpertas. Por lo general, recién
habían terminado su noviciado de dos años. En
la Argentina, tal como sucedió en otros países,
comenzaron con la pastoral de los católicos de habla
alemana: primero en Villa Ballester, luego en Valentín
Alsina y más adelante en la capital Federal.
En
1936, desde el Uruguay solicitaron la presencia de las
Hermanas de María en Nueva Helvecia, localidad del
Departamento de Colonia. Esta
es también una permisión de la providencia: En 1914 la
"Liga de Damas Católicas" se había propuesto
construir un colegio religioso en Nueva Helvecia y trabajó
con mucho entusiasmo para lograr este fin. Su anhelo era
que el colegio estuviera dirigido por religiosas suizas
ya que Nueva Helvecia (como su nombre lo indica) es una
colonia de ese origen, pero no las encontraron. Por eso
le hicieron la oferta a unas religiosas de origen alemán,
las que no aceptaron porque la ciudad era demasiado pequeña.
Al enterarse de esto el P. Raabe -sacerdote Palotino del
Brasil que visitó Nueva Helvecia- transmitió el pedido
a las Hermanas de María que estaban en Santa María,
Brasil.
La
Superiora de este lugar consideró que por razones de
distancia e idioma, era conveniente que lo asumieran las
Hermanas de la Argentina y así derivó el caso a la Hna.
Cándida quien se hallaba entonces en Villa Ballester y
era la responsable de la comunidad. Las
Hermanas accedieron a ese pedido y llegaron al Uruguay el
29 de marzo de 1937. El 15 de abril del mismo año
comenzaron las clases en el Colegio Mater Ter Admirabilis,
que funcionaba en una casa antigua y muy precaria situada
en el centro de la ciudad. Como
el colegio no tenía capilla la MTA (Mater Ter
Admirabilis) se estableció en la parroquia de Nueva
Helvecia, dedicada a la Santísima Trinidad, para
realizar desde allí sus fines. El 11 de octubre de 1937
(fecha en que antes de la reforma litúrgica se
conmemoraba la Maternidad Divina y en la que festejábamos
el patrocinio del colegio y del Santuario Original) le
pedimos permiso al Párroco, P. Amengual, para colocar
una gran imagen de la MTA en el altar. El lo concedió y
lo llevamos adornado con muchas flores, lo que agradó
mucho al Sr. Párroco. Tanto fue así que después de una
solemne Misa, consagró espontáneamente a toda su
parroquia a la Mater Ter Admirabilis... Entonces nadie soñaba
siquiera que Ella elegiría a Nueva Helvecia para
construir su primer Santuario filial.
Con
el transcurso de los años aumentaron los alumnos y se
hizo necesario construir más aulas. Se les sugirió a
las Hermanas y a la Comisión buscar un lugar para
ampliar el Colegio. Con la colaboración de la Liga de
Damas y de otros bienhechores, las Hermanas compraron el
terreno el 16 de abril de 1938 y junto con la Comisión
obtuvieron un préstamo de un banco local para iniciar la
construcción de un nuevo edificio. Se comprometieron a
pagar las cuotas y los intereses anuales con lo que
recaudaron por medio de kermeses y otros beneficios.
El
terreno tenía algo más de 50 metros de frente por 100
metros de fondo y estaba ubicado en una calle de acceso
al centro de la ciudad.El
Colegio -un hermoso edificio de dos alas- fue proyectado
por el Arquitecto Antonio Propst que vivía en Buenos
Aires. Y aunque estaba inconcluso, fue habilitado en
octubre de 1939. El año anterior, 1938, la dirección de
la comunidad de las Hermanas de María se había
trasladado de Villa Ballester (Argentina) a Nueva
Helvecia (Uruguay) seguramente porque allí tenían la única
casa propia y además creyeron tener mejores perspectivas
que en las dos casas filiales en la Argentina, situadas
también en lugares muy periféricos (V.Ballester y V.Alsina).
El
desarrollo de los acontecimientos hasta ese momento,
indica con claridad la conducción de la Madre Tres Veces
Admirable, la preparación consecuente del terreno para
sus planes de construir en el Uruguay, en Nueva Helvecia,
el primer Santuario Filial de Schoenstatt. Podría
surgir la pregunta: ¿para qué? Viendo
el actual desarrollo y sabiendo que en su primera visita
(1947) el Padre y Fundador dijo claramente que la casa
central de las Hermanas y su dirección deberían volver
a la Argentina, se confirma que la Mater quería el
primer Santuario filial de Schoenstatt en el Uruguay y no
en Montevideo, sino en Nueva Helvecia.
¿Porqué
la Mater lo quiso así?
¿No habrá querido hacer con
esto un paralelo con el Santuario original de Schoenstatt?
Schoenstatt
está situado junto a la pequeña ciudad de Vallendar en
Alemania, país herido por la reforma protestante y por
distintas corrientes filosóficas, carente de la calidez
que da la vida de la fe. También
el Uruguay sufre bajo la fuerte influencia del laicismo a
ultranza y los habitantes de Nueva Helvecia, pequeña
ciudad turística de unos 12.000 habitantes, profesan
varias religiones o ninguna... ¿Es
que acaso la Mater quiso manifestar que sus Santuarios no
están destinados -en primer lugar- para los ambientes
católicos sino para evangelizar a los indiferentes,
ateos, tibios?
¿Quién
construiría hoy un Santuario en una localidad pequeña
como Nueva Helvecia? Pero la Sma. Virgen quiso
evidentemente establecerse allí. Ella eligió ese lugar.
Y el padre Fundador, en momentos difíciles, nos sugirió
que no nos retiráramos de allí, aún cuando nuestros
esfuerzos parecieran estériles.
El
escribió en noviembre de 1954: No
debemos permitir que surja el pensamiento: : "
dejemos al pequeño Uruguay y no molestemos más a
ciertos círculos. El
Santuario de Nueva Helvecia es el primer Santuario Filial,
por eso se lo debe proteger de un modo especial.
El
será fecundo y debe ser conquistado reciamente como
Torre de David " En
cuanto a la ubicación, Ella proveyó todo para que el
Santuario se construyera en un terreno que fuera
propiedad de las Hermanas y en un lugar importante para
ellas. Más tarde el Padre Kentenich destacó esto
repetidas veces, además de otras ideas-fuerza que
mencionaremos más adelante.Al
establecerse en el Uruguay la Madre Tres Veces Admirable
actuó estratégicamente como Madre, eligió lo pequeño,
lo pobre, para poder manifestarse luego como Reina y
Victoriosa Tres Veces Admirable en todas las dificultades
del desarrollo de su primer Santuario filial.
Ella
no abandona jamás lo que ha elegido. Como intercesora
quiere derramar sus gracias para siempre desde allí y
espera a sus colaboradores para obrar maravillas
precisamente por medio de las dificultades.¡ Y
ellas no faltaron nunca ! Vaya un ejemplo de aquel tiempo:
Se necesitaban con urgencia más Hermanas. El estallido
de la segunda guerra mundial (lº-9-1939) imposibilitó
la salida de cinco de ellas de Alemania destinadas al
Uruguay. Dos tendríamos que haber llegado en mayo de
1939, pero no recibimos a tiempo el permiso de radicación.
Para las otras tres se hizo el trámite en la Argentina.
Una de ellas debía rendir aún en septiembre el examen
final de su carrera.
A
causa de la guerra no zarpaba ningún barco de puertos
alemanes. Además, salir en ese momento hubiera sido muy
peligroso. Humanamente hablando, todo era imposible...
Pero las cinco Hermanas poseíamos una confianza ciega en
nuestra "varita mágica": El "Mater
habebit curam" (La Madre cuidará).
Todos
afirmaban que no saldríamos. Nosotras, llenas de
confianza, "construimos" espiritualmente
nuestro barco y lo bautizamos: "Victoria de
Schoenstatt" En
enero de 1940 llegó a Schoenstatt un capuchino del
Brasil. Entonces nos dijimos espontáneamente: "si
él pudo entrar, nosotras podremos salir"
Averiguamos que había llegado en un barco italiano.
Nuestra
Familia de Hermanas hizo cuanto pudo para posibilitar
nuestro viaje. El problema más serio era el pago, ya que
el Estado no aceptaba marcos. Entonces se envió un
telegrama a las Hermanas de Nueva Helvecia para que ellas
pagaran los pasajes. ¡Por supuesto que no tenían el
dinero necesario ! Tuvieron que tomarlo del préstamo
para la construcción del colegio... Y a causa de la
guerra los pasajes habían aumentado un cincuenta por
ciento.
Se
agregaba una nueva dificultad por falta de medios.
Finalmente el 28 de marzo de 1940 llegaron al Uruguay las
cinco Hermanas; ése fue el último barco italiano que
llegó a Sudamérica debido a que Italia también se plegó
a la guerra.