Relato de la construcción del primer Santuario filial de Schoenstatt

Inauguración





El 17 fue un día muy importante. A las 20:00 horas trasladamos solemnemente la imagen de la MTA y la ubicamos delante del Santuario. Tal como más tarde se haría costumbre, participaron en los preparativos de esta fiesta los niños, las chicas y muchas familias. El lavadero estaba repleto de flores, traídas por los niños. Las ubicamos de acuerdo a los colores y con las corolas de muchas de ellas, fijadas sobre una madera, hicimos un marco para la imagen.

Mientras tanto otros colocaban en el parque farolitos y banderines, especialmente a ambos lados del camino por el que pasaría la imagen. Por la noche se realizó la gran procesión desde la Iglesia parroquial hasta el Santuario. Fue un suceso muy impactante para muchos de los participantes que jamás habían visto en su ciudad algo parecido. Entre los peregrinos había gente de Cardona y de la Argentina. Hay una foto donde pueden verse seis chicas, algunas de ellas pertenecientes al Movimiento en la Argentina aún hoy. También estuvieron dos sacerdotes de la diócesis de Bahía Blanca: El P. Luis Reim y el P. Francisco Maibach. Ambos nos apoyaron mucho.

La procesión se dirigió cantando al Santuario. Después que el Cura Párroco bendijera el cuadro y dirigiera unas palabras, el Padre Reim habló con gran entusiasmo e invitó a los presentes a levantar los farolitos que llevaban en sus manos para pedir a la Virgen -con este gesto- que tomara posesión del Santuario. ¡Por fin había llegado el 18 de octubre de 1943! Era lunes. La Mater misma había cuidado que la bendición se realizara precisamente en esta fecha tan significativa. Un tiempo antes se había decidido que la inauguración fuera el domingo 17, para que pudiera participar la mayor cantidad posible de gente. Pero el Obispo tenía ese día compromisos que le impedían estar en Nueva Helvecia y por eso lo trasladamos para el lunes 18. También participó mucha gente. Por la mañana la solemne procesión, encabezada por Monseñor Viola, se encaminó hacia el Santuario.

Primero fue bendecida la campanita y colocada en el soporte provisional, mientras el Obispo continuaba con la bendición del interior del Santuario. Una vez terminada la bendición hicimos repicar la campana mientras los niños entonaban un canto alusivo. Inmediatamente el Obispo celebró la Santa misa por primera vez en el Santuario. Los cantos y las oraciones podían escucharse claramente a través de los altoparlantes ya que solo unas pocas personas se hallaban en su interior. Por las comuniones, unas cien, pudimos comprobar que el número de los participantes fue considerable, por tratarse de un día laborable.

Un recuerdo que pone de manifiesto el obrar de la gracia: Una exalumna que a pesar de la catequesis y los buenos consejos recibidos durante siete años no había logrado decidirse a tomar la primera comunión, lo hizo en esta Santa Misa. Este fue sin duda un regalo precioso. Finalizada la Santa Misa, Monseñor dirigió unas palabras llenas de entusiasmo. A continuación los dos sacerdotes de la Argentina antes mencionados, celebraron otra Misa en el Santuario (en aquel entonces no se concelebraba). Mucha gente participó aún de estas Santas Misas.

Alrededor de las 13:00 horas se sirvió un almuerzo festivo al que asistieron el Obispo y los huéspedes. Entre ellos se encontraba un Padre Palotino de Montevideo, representando a su comunidad. Las familias de Nueva Helvecia colaboraron con mucha generosidad en la preparación de este almuerzo. Esta característica del pueblo se manifestaría en el futuro en cada fiesta y peregrinación. A las 16:00 horas rezamos una hermosa paraliturgia en el Santuario. Los niños del Colegio renovaron su consagración con fervor y entusiasmo. Este acto fue presidido por el Obispo, que expresó su emoción en las palabras que les dirigió. También los alumnos de Cardona renovaron su consagración como pequeños apóstoles de la MTA.

Finalmente el Obispo se acercó a la puerta y leyó solemnemente el documento de fundación de este Santuario. Además nos hizo el gran regalo de conceder una indulgencia de cincuenta días a todos aquellos que rezaran un Ave María en el Santuario. El documento fue firmado por él, por todos los sacerdotes presentes, la Hna. Cándida y algunos bienhechores. Durante todo el día llegó mucha gente para rezar en el Santuario. Al atardecer se trasladó el Santísimo a la capilla de la casa pues faltaba colocar las cerraduras del sagrario y de la puerta de entrada.

Finalmente las Hermanas rezamos en el Santuario una breve paraliturgia durante la cual uno de los sacerdotes de Schoenstatt nos dirigió unas palabras. Sólo faltaba el Padre José Kentenich, nuestro Padre y Fundador... Todas estábamos hondamente convencidas que con la bendición del Santuario se había obrado un verdadero milagro por medio del "Mater perfectam habebit curam" -la Madre se preocupará perfectamente-. En adelante, deberíamos tener solo una preocupación: aumentar el capital de gracias, a fin de que la Madre pudiera atraer los corazones, vincularlos al Santuario, transformarlos y educar verdaderos apóstoles.

¡Que este Santuario se convierta en un verdadero lugar de peregrinación y de gracias, igual que el Santuario original


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