Relato de la construcción del primer Santuario filial de Schoenstatt

Construcción





18 de octubre de 1942: Colocación de la piedra fundamental.

Ese día los alumnos del colegio Mater Ter Admirabilis de Nueva Helvecia se consagraron a la Sma. Virgen, aspirando llegar a ser "hijos predilectos"; un ideal verdaderamente acertado: Ellos fueron co-fundadores del primer Santuario filial de Schoenstatt. Los niños fueron en procesión desde el Colegio hasta el lugar destinado al Santuario.

Otros veintisiete niños y algunos adultos llegamos en peregrinación desde Cardona. Viajamos en camión, ya que a causa de la guerra mundial escaseaba el combustible y por eso no pudimos alquilar un ómnibus. Las señoras de la Comisión hospedaron generosamente en sus casas a todos los peregrinos. Esta fue la primera peregrinación realizada en tierra americana hacia el lugar del futuro Santuario. Como ya hemos visto, los niños tuvieron un papel esencial en su construcción. Ellos fueron los pequeños instrumentos que la Mater escogió para esta obra grande, de una repercusión insospechada.

El Obispo de Salto otorgó, el 8 de octubre de 1942, el permiso para la construcción del Santuario y delegó en el Párroco, P. Lorenzo Amengual, la tarea de bendecir la piedra fundamental, que luego se ubicó debajo del altar. Fue en esta oportunidad cuando por primera vez en la historia se leyó -en la construcción de un Santuario- el Acta de Fundación del 18 de octubre de 1914.

En la piedra fundamental se pusieron varios documentos y también los símbolos de los aportes al capital de gracias hechos por los niños. La casa filial de Cardona hizo una petición por sacerdotes schoenstattianos santos y la colocó en la piedra. También se puso en los cimientos tierra del Santuario original y piedritas de las tumbas de los héroes schoenstattianos caídos durante la primera guerra mundial. Una de las primeras cuatro Hermanas uruguayas (que ingresaron ese año), la Hna. Asunción, recitó una poesía hecha por ella en la que manifestó claramente la relación entre el 18 de octubre de 1914 y el 18 de octubre de 1942.

Inicio de la obra.
Inmediatamente después se inició la edificación del Santuario. El constructor aceptó la propuesta de trabajar en tanto y en cuanto hubiera dinero... Se aprovecharon todas las oportunidades para conseguirlo, aunque las sumas eran muy pequeñas. A medida que crecían las paredes, nuestro entusiasmo aumentaba... Pero a principios de 1943, cuando los muros tenían unos 80 cm. de altura, tuvimos que detener la construcción. Los ánimos comenzaron a decaer y algunas Hermanas vieron en ello una señal de la Virgen que nos pedía saldar primero la gran deuda que teníamos con la construcción del colegio. Hoy vemos con claridad que, de haber cedido a esta "tentación" la construcción del Santuario se hubiera demorado muchos años.

Sabíamos -desde un primer momento- que nuestro mayor capital era la fe ciega en el poder y en la bondad de María... Volvimos a Ella y la gracia venció por fin todos los obstáculos. En Mayo decidimos inaugurar el Santuario el 18 de octubre de 1943. Terminarlo con todos sus detalles: Retablo, altar, vitrales, etc. era una decisión muy osada, sobre todo si pensamos en nuestra situación económica tan precaria. Incluso arriesgamos más... Como dije antes, en esa época ingresaron las primeras Hermanas uruguayas y necesitaban para su formación, al menos una casa pequeña, alejada del gran bullicio del colegio. Confiando en la Mater nos lanzamos en su búsqueda. El 31 de mayo hicimos un contrato con Ella: Le prometíamos terminar su Santuario sin contraer deudas a pesar de los muchos problemas por resolver... Ella nos debía dar a cambio una casita para el noviciado... Y el pacto se realizó plenamente: Apenas inaugurado el Santuario nos ofrecieron la casita de al lado.

Volvamos ahora a la construcción del Santuario. Para poder continuarla, motivamos nuevamente a los niños, los pequeños ayudantes. Pero esto no bastaba. También tratamos de interesar a algunas personas con posibilidades de colaborar. La Hna. M. Clara -que como dijimos antes había traído de Alemania los planos del Santuario- era la encargada de velar por su construcción. A ella le tocó también la responsabilidad principal de conseguir los medios. Redoblamos los aportes al capital de gracias a fin de que la Sma. Virgen moviera los corazones de los donantes. Llegaron así varias donaciones considerables, incluso de gente que realizó verdaderos sacrificios. Hasta una señora protestante quiso participar en esta empresa.

El 8 de junio se reanudó la construcción. Tuvimos que esperar un tiempo al constructor, que lógicamente había aceptado otros trabajos. Desde el 8 de junio al 18 de octubre se nos presentaron muchas dificultades, ocasionadas por un lado por la inexactitud de los planos y por el otro, por la falta de habilidad de los obreros. Nuevamente... la pequeñez de los instrumentos. Menciono algunos de aquellos problemitas: Los muros del Santuario original son de 60 cm. de espesor. Nosotras resolvimos hacerlos sólo de 30 cm.; por eso -como tomamos las medidas del Santuario basadas en su perímetro exterior- contábamos con que el interior del mismo sería algo más grande que el Santuario original. Sin embargo, el constructor no tuvo tan presente esa diferencia... en el presbítero tomó como base las medidas del interior de los muros. Al darse cuenta tuvo que demoler esa parte ya que sus proporciones no coincidían con las del resto de la edificación y volver a comenzar el trabajo...

En los planos no figuraban exactamente las ventanas -altura, distancia que debía separarla del borde exterior de la pared, etc.- Finalmente fueron mal colocadas y hubo que sacarlas y hacer nuevos intentos. El Arquitecto no llegó el día convenido y la construcción de la bóveda sobre el altar quedó postergada. El techo también ocasionó problemas: no sabían como hacerlo, tampoco como debía ser la madera, etc. Nuevamente hubo que llamar al Arquitecto y además tratar de conseguir -con grandes dificultades- la madera en Montevideo. Tampoco tenían idea de cómo colocar la torre y la campana. Pero el problema más grande fue el altar y su retablo. Entre los devotos de la MTA se hallaba un ebanista español: el Sr. Joaquín Vidal quien sólo por amor a la Sma. Virgen se comprometió a hacerlo. Nuestro anhelo era que todo fuera idéntico al de Schoenstatt. Esto era pedir algo casi imposible: No teníamos ni un solo dibujo. Sólo algunas fotos que no permitían apreciar el diseño, de por sí muy elaborado.

A esto se sumaban los datos aportados por nuestra memoria: No todas coincidíamos en los detalles... El Sr. Vidal tuvo que hacer varios croquis, estudiando las fotos con una lupa. Además el constructor se equivocó en una oportunidad al darle las medidas del presbiterio. En las fotos no podía distinguir el volumen de los relieves ni el tamaño y la forma de las columnas. Debido a que no tenía herramientas necesarias hubo que enviar el trabajo a Montevideo para el torneado. Las distintas partes fueron acompañadas con dibujos del Sr. Vidal y una gran foto del Santuario, con el pedido de que sea una copia exacta del original. Esto disgustó mucho al tornero... Pero la Virgen premió los grandes esfuerzos, la paciencia y el cariño con que todo fue hecho. El altar salió realmente magnífico y el mismo Padre y Fundador destacó su similitud con el original.

La imagen de la Mater tampoco tenía el tamaño exacto. Hubo que recortarla... En medio de tantas preocupaciones, el Arquitecto descubrió que el constructor nos estaba engañando al cobrarnos más de lo que salía el trabajo. Como sucede tantas veces con la construcción de los Santuarios, ya con el primero se presentaron sorpresas no siempre gratas... No dudamos de que el demonio tenía también sumo interés en esta obra de tanta trascendencia. De aquí su gran afán por desbaratar en lo posible los planes de Dios e impedir su ejecución... Pero él no contaba que esto era, para los hijos de la Virgen, la gran oportunidad de aumentar hasta el desborde el tesoro de gracias.

En las vísperas del 17, los carpinteros trabajaron toda la noche...Sin embargo no pudieron colocar para el 18 de octubre la torrecita del Santuario, pues como las baldosas del piso aún no estaban firmes, no se pudieron montar andamios, ni utilizar escaleras. Esto causó mucha pena en la juventud femenina de Schoenstatt, que había regalado la campana. Pero para consuelo de las chicas, se la colocó sobre el techo en un soporte provisorio. Tampoco conseguimos las estatuas de San Luis y de San José tal como las tenía en aquel entonces el Santuario original (en las rinconeras). La estatua de San Miguel fue traída en barco desde Buenos Aires y llegó con un brazo roto. El piso no se llegó a pulir y la limpieza quedó relegada para la última tarde.


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